Para conservar inalteradas las cualidades del aceite, se almacena en trujales subterráneos de acero inoxidable que consiguen una temperatura suave y constante, en oscuridad y tranquilidad consiguiendo de esta forma una estabilización del producto evitando su deterioro por oxidación y enranciamiento.
Los aceites de oliva que han sufrido algún quiebro en su calidad y no son aptos para su consumo directo, se almacenan en trujales separados para su posterior venta a granel para ser refinados.
El resultado del proceso es un producto 100% natural, que se obtiene de la molturación de aceituna convenientemente tratada como una fruta en todo su proceso de producción, comenzando por el esmerado cuidado de los olivos que son el cultivo más emblemático de la zona , continuando por la recolección en el momento idóneo de madurez de la aceituna, separada y clasificada según calidades, siguiendo con la molturación diaria y el almacenamiento adecuado del aceite convenientemente clasificado, y terminando con su envasado y distribución, todo ello dentro de la máxima higiene exigible.